Miguel Ángel y las tumbas de los Médici

Sep 05, 2025

Las tumbas creadas por Miguel Ángel combinan la belleza del Renacimiento con la afirmación del poder de los Médici, aunque no representan fielmente a los difuntos.

 

Si viajamos a Florencia, uno de los lugares más impresionantes por su historia y diseño arquitectónico es el complejo de la Basílica de San Lorenzo. Ahí se encuentra la Sacristía Nueva, un espacio diseñado por Miguel Ángel que alberga dos hermosas obras funerarias para miembros de la familia Médici: las tumbas de Lorenzo II, duque de Urbino y de Giuliano, duque de Nemours.  

 

Basílica de San Lorenzo

 

El encargo

Miguel Ángel tuvo una relación compleja con los Médici: cuando era adolescente fue acogido por Lorenzo el Magnífico en su palacio, donde se relacionó con filósofos y artistas que marcaron su formación. Sin embargo, ya en su madurez, el artista adoptó ideales políticos que lo hicieron incompatible con algunos miembros de la familia.

A pesar de las tensiones, Miguel Ángel nunca rompió del todo con los Médici, ya que a lo largo de su vida recibió de ellos encargos decisivos. Uno de los más importantes fue el de papa León X, hijo de Lorenzo el Magnífico, quien quiso honrar a su hermano menor Giuliano, duque de Nemours, y a su sobrino Lorenzo, duque de Urbino. Sus muertes ponían en duda la continuidad de la familia por sucesión masculina directa y legítima, pues los únicos sobrevivientes eran el propio León X y su primo, el futuro Clemente VII, ambos clérigos.

Para recordarlos con toda grandeza, León X le encargó a Miguel Ángel algo insólito: no solo un monumento funerario, sino un espacio arquitectónico completo decorado con inmensas esculturas de mármol. Así nació el proyecto de la Sacristía Nueva en la Basílica de San Lorenzo.

Miguel Ángel concluyó la estructura arquitectónica en 1524, dando forma a un edificio de diseño sobrio y armónico, que combina la tradición renacentista con un estilo más dinámico y personal. Para entonces, León X ya había fallecido y el trono de San Pedro lo ocupaba su primo Clemente VII. Bajo su mecenazgo, el artista inició el trabajo de las tumbas. El proyecto original contemplaba cuatro sepulcros, incluidos los de Lorenzo el Magnífico y su hermano Giuliano, pero finalmente se redujo a dos, ubicados en las paredes laterales.

 

Interior de Sacristía Nueva con las tumbas de Lorenzo y Giuliano de Médici

 

Tumba de Lorenzo, duque de Urbino 

En una de las paredes se encuentra la tumba de Lorenzo II, duque de Urbino, representado en una escultura como un hombre pensativo, con el rostro parcialmente cubierto por un casco que refuerza su aire introspectivo. Sin embargo, no debe asumirse que Lorenzo tuviera un interés particular por el arte o la vida intelectual, de hecho, falleció a los 26 años, y en ese tiempo sólo tuvo como legado ganarse la antipatía y rechazo de los florentinos.

A sus pies descansan las esculturas alegóricas de la Aurora y el Crepúsculo. La Aurora aparece somnolienta, como despertando de un sueño, y con un gesto de tristeza que expresa el dolor por la muerte de Lorenzo. El Crepúsculo, por su parte, está más envejecido, su cuerpo se curva en una postura de cansancio y resignación, mostrando la inevitable decadencia del día.

 

Tumba de Lorenzo, duque de Urbino

 

Tumba de Giuliano, duque de Nemours 

En su tumba, Giuliano es representado con armadura, bastón de mando y actitud resuelta. Aunque Giuliano tuvo pocos méritos militares, Miguel Ángel lo esculpe como un ideal de líder y noble guerrero. La figura no aspira a retratarlo con fidelidad, y el propio artista declaró que, con el tiempo, nadie recordaría su aspecto verdadero, por lo que optó por capturar una esencia simbólica.

Debajo encontramos las alegorías del Día y la Noche. El Día es una figura poderosa, musculosa, que se vuelve hacia atrás con expresión iracunda, como si rechazara el paso del tiempo. La Noche, en contraste, es una figura femenina monumental, que duerme incómodamente sobre el sarcófago. A sus pies, se encuentra un búho —símbolo de la oscuridad— y una diadema con estrellas y luna, que refuerzan la personificación de esta figura como la reina del descanso eterno.

 

Tumba de Giuliano, duque de Nemours

 

Interpretación simbólica

Las tumbas están llenas de detalles simbólicos que evocan el arte romano imperial y los rituales funerarios antiguos: guirnaldas, delfines, cabezas de carnero… pero más allá de la decoración, lo que realmente destaca es la carga filosófica de las esculturas. El programa iconográfico es complejo y ha sido objeto de múltiples interpretaciones, muchas de ellas enfocadas en el neoplatonismo y otras corrientes filosóficas.

 

Infiel a la realidad

Al contemplar estas magníficas obras que custodian los restos de dos Médici, lo más natural sería pensar que se hicieron para Lorenzo el Magnífico, quien llevó a su familia a la cima del poder político y artístico, y para su hermano Giuliano, muerto como mártir en la conjura de los Pazzi.

Sin embargo, en realidad fueron concebidas para dos descendientes homónimos que nunca lograron ganarse la simpatía de Miguel Ángel ni la de muchos florentinos de su tiempo. De hecho, el artista se opuso abiertamente al gobierno autoritario de los Médici y llegó a participar en la defensa de Florencia en 1529, cuando la familia intentó recuperar el control de la ciudad.

Es curioso que Miguel Ángel realizara estos monumentos sin sentir fidelidad alguna hacia los difuntos. Los representó como figuras ideales, hermosas e inteligentes, lo que hace pensar que no trabajaba para ensalzarlos a ellos, sino para mostrar únicamente su capacidad como artista. Así, estas esculturas no son tanto retratos, sino testimonios de su madurez como escultor, arquitecto e intelectual, aunque, tristemente, sin sus icónicos guiños cuando se trataba de insultar a alguien.

 

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Bibliografía:

  • Nesti, R. (1996). Florencia, historia, arte, folclore. Italia: Becocci.

  • Gibbon, D. (1979). Art Masterpieces of Florence. EUA: Crescent.

  • Antonetti, P. (2014). Historia de Florencia. México: Fondo de Cultura Económica.

  • Winspeare, M. (2000). Los Médici, la edad de oro del coleccionismo. Italia: Firenze Mvsei.


 

Autora

Sara Padilla.  Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y escritora con estudios en Escritura Creativa y Crítica Literaria por la Universidad Nacional Autónoma de México. 

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